Que
mis ojos miren
hacia el infinito azul
del corazón humano.
Que mis oídos oigan
el plácido murmullo
de amaneceres blancos
en las almas bañadas
por melodías bellas.
Que mi piel se refugie
en caricias, dejándose mimar
por dulces manos.
Que mis lágrimas lleguen
a calar en las tierras
ajadas con durezas.
Que mi cuerpo palpite
entero de ternura,
para calmar la fría angustia
de otros cuerpos.
Que los dedos de la paz
bendigan las sienes y las mentes
de todos los hombres buenos.
hacia el infinito azul
del corazón humano.
Que mis oídos oigan
el plácido murmullo
de amaneceres blancos
en las almas bañadas
por melodías bellas.
Que mi piel se refugie
en caricias, dejándose mimar
por dulces manos.
Que mis lágrimas lleguen
a calar en las tierras
ajadas con durezas.
Que mi cuerpo palpite
entero de ternura,
para calmar la fría angustia
de otros cuerpos.
Que los dedos de la paz
bendigan las sienes y las mentes
de todos los hombres buenos.
Víctor del Río
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