martes, 21 de enero de 2014

Crecimiento



Si por tu rostro veo rodar lágrimas,
ahuecaré mis manos para juntar ese dolor
así tus pies no son mojados de amargura,
y tus raíces son encendidas de expresión.

Los pájaros cantan acurrucados en el nido,
bañaré tus oídos con ese delicado candor
Y mecidos al viento agitaré brazos en rama,
entorno melódico, cobijaré tu derredor.

Dulce talle, no te sientas marchito,
qué la soledad no oprima más el corazón.
Despacito descorreré la niebla de tus hojas,
Y sentirás por tu savia resplandecer tu color.

En lunita clara el bosquecillo oscurece,
purificando el silencio un abrazo nos unió,
en crujir de hojas nuestros besos son soles,
y un eco peregrino es el camino de los dos.


María Inés Arias
 

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