viernes, 7 de febrero de 2014

Amigo derrotado

A mi querido y admirado amigo colombiano, de nombre William, domador de la palabra con su inteligencia clarividente y su particular látigo de la ironía. A ti, escritor comprometido y devotísimo del Señor de la Imaginación:



Amigo derrotado
por los mil caballeros,
los de las Blancas Lunas,
amigo tan miope y tan pendejo,
tan abatido el cuerpo en tantas playas
que son las de Barcino,
levanta la celada de tu yelmo,
mira, que aquí a tu lado
te espera un rocinante.
 
Recoge de la arena los ocasos
y los amaneceres dispersados,
recoge las quimeras,
no te olvides del sol,
ni te dejes tirada la botella de vino,
carga con el hatillo
de estas tus maravillas
y ponte a cabalgar.

Con un rucio cualquiera yo me basto
para serte escudero
en la aventura interna
de escuchar a los dioses
y resolver incógnitas.

Me molesta el aplauso
de todos los corderos,
así como el bla-blá de los predicadores;
como gato escaldado
huyo de las piscinas de las urnas,
que aunque me prometieron
que son aguas termales, yo bien sé
que son para el vendido,
que queda genuflexo,
bautismo de inmersión hacia el silencio.

Si acaso no distingues
que aquello son molinos, te diré
que a mí me lo parecen.
Mas no entiendo el porqué de mis avisos
si el “non fuyades”  ya oigo de tu boca.
A punto de creerme yo también
que tal como tú dices, son gigantes,
te veo ya cargar, picando espuelas.

                                               Félix

……….

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