A Pablo Neruda
(Homenaje)
Me susurra la distancia
que ‘sólo el hombre está contigo’.
Como hierba bajas a la sombra
para rumiar la húmeda tierra de tu Chile.
Te acompaña un hombre, y otro, y otro hombre.
Dejas pasar el río que lleva la ruidera
hasta el remoto lecho.
Dejas que se siente la luz
en el trono de las cordilleras
para bañar nostalgias olvidadas.
No posas la mano acariciante
sobre espalda de árbol y piedra,
ni sacas la miga del pan que vendiera
el trigo abrasado,
ni rompes la cáscara que envuelve la loca
alegría,
ni abres sepulcros que pudren tristezas.
Estás comprometido con el hombre.
A él sólo atiendes, Pablo,
a él sólo atiendes.
Sabes que la marea es una escusa del mar
para ensancharse.
Pero tú subes más alto que las aguas
para caer en lluvia de bronce
y mojar la humanidad doliente.
Le
tapas la boca a la sirena
que abrió los oídos a jóvenes días
y mintió con banales promesas.
Llora el hombre que te acompaña
porque quiso trasplantar la rosa que nació
en sus manos
y no
pudo acorralar otros jardines.
Mas no murió la savia caliente de la zarza
y sube como sangre por tus versos.
El hombre está contigo.
Hombre pobre como tú decías.
Pero es rica la llama que resiste al humo
de tus cenizas.
Deja que también mi hombre te acompañe,
Pablo.
Víctor
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