jueves, 28 de abril de 2016

Tú, mi amor


Eres la respuesta a mis oraciones.

Llegaste a mi vida como un regalo de Navidad,
¡¡Todo fue tan bello!!!
Estabas allí sentado junto a mí, tu perfume olía a ese espíritu navideño, que envuelve el alma, embriagando el corazón, tus ojos brillaban cuál estrellas.

Cuando nos dirigíamos hacia el pesebre, cada quién tomaba su obsequio, aun sin conocernos, tomaste un paquetíto y mirándome a los ojos dijiste ¡¡éste debe ser para ti!!!
Dejándolo en mis manos,
Ése gesto me sorprendió, lo abrí frente a tu mirada impaciente,
era una campanita, una estrella y una pequeña ramita de muérdago
Levante mi mirada y continuabas viéndome, al momento tomaste mis manos preguntándome ¿sabes el significado?
¿De que?... Pregunté sorprendida,
¿De besarse debajo de un muérdago?... ¡No! Respondí
¿Qué significa? Pregunté,

¡¡Amor eterno!!... Para toda la vida.

Algo ocurrió entre los dos, había magia, misterio en torno a ti,
¿quién eres? Pregunté ¿recuerdas?...
Yo jamás olvidaré tus palabras,…
Soy la respuesta a tus peticiones de amor
que por años dejaste debajo del árbol navideño,
El gran Yo Soy quiso que nuestro amor naciera en la noche de Navidad.
Y así es, hace treinta años que nos amamos, con la bendición de Dios.
Por eso cada Navidad recordamos un aniversario más de nuestro gran amor.

estrellafugaz (Stella Maris)

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viernes, 22 de abril de 2016

Respondiendo a la señora melancólica

El poeta que dices, todavía
con su voz queda canta en su rincón
cosillas que tenía preparadas
desde antes del diluvio universal.
Por inercia lo hace y por querencia
después de tantos años de ser fiel.
Pero tiene constancia de que nadie
se acerca por allí desde hace tiempo.

Exageras amiga cuando dices
que el poeta tenía admiradores:
tenía unos amigos como tú,
quienes por amistad le comentaban
con gran benevolencia; y generosos
loaban los trabajos del poeta
quedando complacido y esponjado.

Se sigue refugiando este buen hombre
en el lugar sagrado que tú sabes,
lugar donde encontraba su sosiego,
retiro espiritual, solaz del alma,
físico bienestar en la montaña
entre pinos y enebros,
entre prados y fuentes naturales.

Pero dije “encontraba”, amiga mía.
Ya no es igual ahora pues me falta
mi hermano que a la vez era mi hijo
mi amigo y confidente, era mi padre.
Era por la mañana una alegría
cuando salía al patio y en pijama
o bien en calzoncillos simulaba
que hacía ejercicios de gimnasia
haciéndonos reír.
Él era por la noche, quien ponía
la última sonrisa hasta mañana.

Ya  no es igual decía.
Mi cuñada y su hijo están aquí;
nuestras casas están frente por frente,
vienen ellos y entran;  y nosotros
entramos en la suya como antes
y comemos y hablamos y jugamos…
Mas cuando ellos vienen, él no llega
y cuando nosotros vamos él no está…

¿Podrás creerte, amiga, que no hay día
que pase sin memoria de quien dice
ser alumna de a quien poeta llama?
Pues es así; y prometo
que no se olvidará nunca de aquella
señora melancólica que un día
encontró felizmente,
con quien tuvo la gracia y el regalo
de trabar amistad. Lo que fue un día

lo tiene por sagrado y para siempre.

Félix

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viernes, 15 de abril de 2016

A un poeta que cantaba en un rincón

Un poeta que cantaba en un rincón
escribía versos de todos  los autores
lo hacía tan bien: tenía un millón de admiradores
las historias más tiernas, de su corazón.
Le gusta refugiarse en un lugar sagrado
donde consigue encontrarse a sí mismo.
Con amigos, conocidos y allegados
además de recoger setas en el campo.
Dios lo cuide lo proteja y lo libre de pecado
y no permita nunca, se olvide de esta alumna
que de vez en cuando piensa, se pregunta
qué habrá sido… qué le habrá pasado.


Melancolía - Maei

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viernes, 8 de abril de 2016


Polimuchi


Racimito de metáforas,
¿petulante y altanera?
eres pintura y pintor,
eres barro y alfarera,
eres pura poesía

a la par que eres poeta.

Félix

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sábado, 2 de abril de 2016

¿Y después?

 

Arriba duerme el cielo con respeto de padre,

abajo saca el dedo amenazante,

detrás cubre la espalda de temores,

delante flres salpican el paseo,

al lado acompaña una quimera

con flautas dulces y tibios silbidos

para llegar al campo de la nada.

A un paso el cielo se torna amarillo,

al siguiente no hay cielo ni cupido

y el olor de las flores toca a muerte.


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Crisantemos añoran cielo y tierra,

arriba se abre el cielo en el vacío,

abajo duerme tierra con brazos de madre

y despierta con el hijo en su regazo.

Detrás desfila el negro en procesiones;

al lado de una cruz… lloran amores.

 


Víctor del Río