viernes, 25 de enero de 2013

Víctor, mi hermano




Te traigo hasta aquí con gozo inmenso. Significas para mí, potenciado a la enésima, todo lo que la palabra significa. ¡Hermano! No lo explicaré más, porque la palabra es pobre y el intento desvirtuaría la hermosura y la plenitud. Para nosotros solos este remanso de agua cristalina. Te quiero y nada añadiré.

ME GUSTARÍA

Me gustaría regresar para acariciar lo que ya tuve;
detenerme para amar lo que no amé.
Llegar a ser, sin diluirme como azucarillo
y estar allí de donde nunca debí huir;
para que tus manos pudieran tocar,
y no ser reflejo de la nada.
Me gustaría saber que todavía existes,
escuchar el murmullo de tu tránsito
como ola antes de romperse,
y dejarlo vagar para llenarlo todo.
Percibir silencio en aureolas,
más allá del olor a jazmín de tu cuerpo,
y empapar el mío para alejar los ruidos que me inundan.
Me gustaría encontrar los ojos
que se perdieron en el deseo,
manejar la llave que da cuerda a la llama,

ser reloj de sol en tus arenas.
Me gustaría volar y derramarme
en la tierra por donde tú has pasado,
y sembrar cada huella con un pedazo de mi carne.
Me gustaría arrancar la estrella
que pulula negra en tanta noche oscura,
y dejarla a tu puerta para inyectarle la luz de tus pupilas.
Me gustaría traspasar el umbral de mi cuerpo
y buscar otros con bocas delirantes
que gritaran tu nombre a los oídos del espacio.
Me gustaría ser vino escanciado
en la copa de tu fantasía
para mojar los labios que palpitan ansiosos de beberme.
Me gustaría encontrar lo que escribió el destino
con dedos rojos de carmín        
al pasar por el fuego de la pasión.
Adivinar lo que musita el viento
al seguir la estela que dejaron los cuerpos abrasados,
los poros suspendidos.
Me gustaría desnudar el alba y llevarla sin peso
para exhalar sin prisas
el resplandor que tú le embriagaras.
Encender ojos apagados
que se fueron como elefantes
a la senda del eterno reposo.
Me gustaría ser banda sinfónica de pájaros,
adentrarme en la garganta de la nieve,
perforar la saliva del miedo,
llenar de trinos ostinatos cálidos.
Me gustaría repetir:
te quiero, te amo, lo siento,
y no alejarme nunca…

Víctor
……..            


Supe de tu llegada por un jersey azul
y dos caramelillos,
que alguien dejo en tus hombros para mí.
-Mira qué pequeñito, dale un beso-
Llegué a tu naricilla y a tu frente rosada;
el contacto fue cálido, dormías.
Te peinaron con raya, ¿Te imaginas?
Olías a una mezcla
de talco, de colonia y niño nuevo.

Y supe que eras tú, querido hermano.

Pasaron muchos años y sigues para mí
siendo dulce regalo
de azul y caramelos, de cálido contacto.
Con raya todavía recién hecha
te sigo viendo hoy
y me sigues oliendo a gratísima mezcla
de talco, de Farala y niño nuevo,
que se me regaló un veintitrés de marzo
de un venturoso año del Señor.

Félix



lunes, 14 de enero de 2013

Melancolia


  
Así, sin tilde, porque ella reivindica el derecho de escribirlo así, porque ella la siente así, y porque su melancolía es suya, personalizada, propia y singular.
Espontánea, sensible,  corajuda, vitalista, respetuosa, prudente y con un envidiable sentido del humor. Su sentido del humor es lo que más aprecio de ella, inmediatamente después de su sentido de la amistad y de su personal manera de escribir. En su adn lleva el espíritu poético de las cosas bellas de la vida, así como la profundidad de las adversidades y sabe transmitirlas con fuerza y con belleza.
Ella es mexicana, vive en EEUU, tiene una familia grande a la que adora y su debilidad son Luci y Ninah Ivette, dos nietecitas preciosas de las que recibe mucha vida en forma de cariño.
Con gran satisfacción iré trayendo escritos de Melancolía, esta mujer de la que me siento orgulloso de ser amigo y a quien me gusta llamar Mari, aunque su nombre oficial sea Marie.
Cualquiera de sus poemas podría haber traído aquí como primero, todos son bellos. Me ha parecido que éste, puede servir perfectamente como presentación de mi amiga poeta:  

La niña de mirada triste

Muchas lluvias pasaron por sus ojos
y en cada paso el viento indiferente
le soplaba golpeándole la frente
incrementando dudas, y enojos.

Muchas noches de lúgubres sonidos
espantaban su alma acongojada
y en un grito callado ella dejaba
involuntariamente sus quejidos.


Ciertas noches de luna, en la ventana
asomaba observando las estrellas
pensando acaso, si en alguna de ellas
se escondía la dicha de mañana.

La dulce niña de mirada triste
desconsolada y en silencio llora,
la indiferencia de a quien ella adora
mas a olvidar su sueño se resite.

Melancolia