Carta a un viejo fantasmón
Querido:
Te agarras a los amoríos
como zarcillos de parra a casa solariega.
Aunque tú lo llames torrente,
es sólo un hilillo lo que baja por tu cauce.
Te atreves a vender la pimienta en un
mercado persa,
y
eres capaz de arrimar el ascua
a la sardina que está nadando en alta mar.
No, anciano en años.
No presumas de lo que no tienes,
porque señalas lo que más te falta
(ya lo dijo el sabio proverbio).
Vas de farol encendido
y eres candil con torcida aceitosa
que alumbra poco y se quema pronto.
Aunque seas como joven de mente
no dejas de ser viejo de carro
con ruedas que suenan más que ruedan.
Amoríos de verde fantasma
más que de viejo verde.
¡Ojo! Viejo ochentón de mi alma.
Víctor del Río
Imagen:https://www.blogger.com/