A Víctor, mi hermano
Supe de tu
llegada por un jersey azul
y dos
caramelillos,
que alguien
dejo en tus hombros para mí.
“Mira qué
pequeñito, dale un beso”
Llegué a tu
naricilla y a tu frente rosada;
el contacto
fue cálido, dormías.
Te peinaron a
raya, ¿te imaginas?
Olías a una
mezcla
de talco, de
colonia y niño nuevo.
Y supe que
eras tú, querido hermano.
Pasaron muchos
años y para mí seguiste
siendo dulce
regalo
de azul y
caramelos, de cálido contacto.
Con raya todavía
recién hecha
te veía al
paso de los días
y seguías
oliéndome a gratísima mezcla
de talco, de
colonia y niño nuevo,
que se me
regaló un veintitrés de marzo
de un
venturoso año del Señor.
Supe de tu
partida porque yo estaba allí
cogiéndote la
mano
que tibia
todavía reposaba.
La noche se
hizo eterna y en tus ojos
la eternidad
nacía,
mientras los
míos morían de esperanza.
Sólo un
poquito antes
nos hiciste
reír, pues tú sabías
que ocasión
como ésta ya no habría
para poder
reír. Y nos reímos,
y tu esposa rió,
rió tu hijo,
y tú, que no
podías, sonreíste.
Gracias por tu
hermosa despedida
que mitiga el
dolor de no tenerte
siempre que la
recreo.
Félix
Imágenes:https://www.google.es