Damita
Quiero
pasar un rato aquí a tu lado
releyendo
tus versos y haciendo pareados.
“Qué
importa” en Arihua fue el primero:
“que
digan lo que quieran”, nos queremos.
Quisieras
escribir como Pablo Neruda,
tus
versos son bonitos, como escribes nos gusta.
“a
un amigo”, “palabras”, “sensaciones”
mucha
ternura y muchas emociones.
De
ser madre te sientes orgullosa
y
a “dos granitos” amas más que a ninguna cosa.
De Baudelaire la musa que te inspira
y
“el refugio y el sueño” y “la cama vacía”.
El
reclamo del cuerpo, la caricia del alma
y
esa fuente de amor que el fuego apaga.
Cuando
gimió la luna y miraste al espejo
de
Venus por su amor viste el reflejo.
Recuerdos
de niñez y de añoranza
de
un pueblecito blanco de la Mancha.
-“¿Qué
tienes niño” mío que tanto te quiero?
-Una
rosa en los ojos y en la risa un lucero.
Hiciste
un soneto “por quererte”
a
sus labios, sus ojos y a la suerte.
Entre
el silencio aliado de la noche y el albor del día
mira
la ventana abuhardillada y escucha a los pájaros que trinan.
Mi
mano, mi madre y su meñique,
abejas,
flores, peces, codornices…
Recuerda
que estás “en mitad de la vida”
y
que la otra mitad ha de ser melodía.
Queremos
ver “que tu espíritu renace”
al
sentir nuestras manos “como enlace.”
Muestra
a “la postrera tu muro con rosales”
que
trinen los jilgueros tus “sueños boreales.”
La
escala generosa tendida a tus amigos
queremos
hoy cruzarla para charlar contigo.
Si
escuchas a Fernando, “reflejo de hidalguía”
oirás
que su canto “derrama melodías.”
Que
te persiga y te atrape la esperanza
y
que a la vida te clave con su lanza.
Sólo
una cosa, Damita,
no
olvides que el taller te necesita.
Dos
años entre nosotros te tenemos,
hora
es ya de decir que te queremos.
Ya
me voy, que me miran los cuarenta
y
no quiero que se colme su paciencia.
Félix
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