Mi puerta
Sentada yo a
la puerta de mi casa,
veo pasar el
tiempo;
con mi alma
dormida,
veo pasar la
muerte entre mis venas.
Siento una
tibia lágrima
que de este
corazón decepcionado
se me desliza
triste.
Sentada en el
umbral
de mi puerta
yo quedo,
con el pecho
transido de dolor.
Y quiero
preguntar
que cuándo
llegará mi primavera.
¿Será quizás
mi otoño que de a poco
cubriendo va
mis manos de tristeza?
Quiero rogar
al cielo
que me de una
plegaria que mitigue
siquiera este
dolor
y el cielo no
me escucha, no hace nada;
mi boca no
dice ya palabras.
Sentada estoy aquí, sin esperanzas,
sin beber ni un traguito de ilusión
de la vida que ambula por las calles.
Yo sueño todavía
y muero por llegar a las estrellas
que por mí cantarían.
Pero despierto y veo que, de nuevo,
sentada yo a la puerta,
pasa ceremoniosa haciendo muecas
la muerte lentamente.
Y no quiero sentirla,
quiero cerrar los ojos y soñar
que unas alas me nacen y que vuelo
en círculos y sobre su cabeza
sepultándola entera.
Mas, ella se llevó mis fantasías,
quedándose mi enojo con el eco
de un cantar muy hermoso
que repito y entono eternamente.
A mi lado, también está sentada
su tristeza. La flores ya se fueron.
Hacia mi cielo miro fijamente
para hablar con la luna y suplicarle
que me cuide y me dé, compadecida,
un poco de su luz.
Esta melancolía me persigue
y en mis sueños no puedo ya correr,
siento tristeza y lloro sin consuelo;
no me queda horizonte,
mis penas lo borraron, ya no está.
Y sigo sepultada, sin que escuchen
los ángeles mis gritos y me pierdo
en mi razón de ser.
Con mi mente alocada y sin aliento,
aún sigo sentada en el umbral.
Si estoy cansada nadie me pregunta,
mientras la soledad
me toma de las manos y me asegura
que tal vez no habrá nadie que se acerque
a preguntar por mí, que tal vez nadie
de mí se acordará ni de mi nombre,
pues no dejaré huellas.
Maggie Carson
Imagen:https://www.blogger.com/