Un Café
Perdida en una taza de café
mis pensamientos mutan su esencia.
En el fondo de ella las palabras se apilan
en un desayuno con despertar fresco.
Es tu rostro de pupilas que sudan
que levantan mi vista.
El aroma especial, inspiramos y
en bruma los labios se acercan
frente a un perdón
que acaricia las venas.
El café se consume
entre rumores del silencio:
-Perdón, mi amor.
-Perdón, mi dulce.
El final del néctar se hace voz interior.
Con espuma de bigotes,
estallamos en risas
y así,
nos damos
los muy buenos días.
Miriades
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