lunes, 27 de julio de 2020


A José Hierro

Esperó en su capullo
presa la flor, cerrada.
Esperó a que José Hierro
fuese a abrirle los pétalos.
Y cuando ya fue rosa,
esperó a que el poeta
se atreviera a pintarlos.
Los vientos preguntaron
hacia dónde mover el arco iris
para llenar de colores la vida.
José hierro tomó la palabra.
Enredó en una brisa los besos
que en la noche del tiempo se acaban.
Y ordenó que la brisa viajera los dejara caer
allá donde faltan ternuras,
donde no hay amaneceres de esperanza.
José lleva el hierro fundido en el oro de su alma.
Encuentra palabras plateadas de luna
y así pare versos de noches y albas.

En el reino lejano de misterios
atrapó el sol radiante cuando eterno asomaba
por el cerro más alto. Lo guarda junto a gotas
de lluvia robadas.
Casó a los manantiales y a los ríos  
con praderas de verde esmeralda.
Dejó el trigo tostarse al estío,
a las aguas helarse
y peinarse en invierno los chupones de canas.
Sembró olor de tomillo en las penas;
encontró la alegría.
Y creyó que aún palpitan las venas
en la muerte más fría.

Víctor del Río

Colección personal de José Hierro. « Centro de poesía José Hierro

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