A Rafael Alberti

(Homenaje)

He dejado de escuchar tu voz de roble herido

cuando cruje zarandeado por el viento.

Qué pena, Rafael…

 Pues también chisporroteaba olas de serena dulzura.

Se mecía en las cosas más pequeñas,

se inclinaba como junco de lirio,

se adoba en la sal de tu carne de mares.

 Emerge el verbo eterno,

irrumpe fresco cada día.

Brisa envuelta en un palio de espuma

deja caer acentos,

palabras que el marinero en tierra repetía.

Eres polvo fundido en las mareas

acostado en lecho de algas,

escondido entre arrecifes de esmeralda.

Flota del mar tu hechizo

como hervidero sordo, acariciante,

que se pierde en relajo…

Oigo tu voz de nuevo,

nostálgica en el dintel de la infinita costa que te

abraza.

Adivino serenos ojos

traspasados de verde azulado

por los apasionados de la amada.

Y adivino cabellos sedosos

fijados por bucles de sales de plata.

¡Viva la mar serena, Rafael,

viva la mar salada!

¡Viva el mar de tus sueños

en el mar de tu alma!

Víctor del Río

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