viernes, 1 de noviembre de 2019


Stella (Estrellita)

Precisamente ahora
que vivías en paz, Stela Maris;
precisamente ahora,
cuando más feliz eras
como madre y esposa, como abuela,
te falló el corazón.
Este tu corazón hermoso y grande,
inesperadamente se paró.

Cuando te conocí -bendita hora-,
te descubrí mujer y poetisa,
esencia de mujer
cósmica, intemporal, compacta y pura:
poetisa de musas amadoras,
de corazón abierto
para acoger al mundo y protegerlo.

Fuiste una buena amiga para mí,
entrañable, cercana, generosa.
Nunca tuve la suerte
de conversar contigo frente a frente,
mas la virtual presencia nos bastó
para intimar, sintiéndonos familia.

Escuché varias veces tu voz cálida.
Me bautizaba en ella, despojándome
de la futil materia
y acercándome el gozo espiritual.
No volveré a escuchar tu voz profunda
-cascada de agua pura,
chorro líquido en cántaro insondable-,
mas la conservaré en la memoria
hasta que nos veamos allá arriba.

Te fuiste con la pena
de no verse cumplido tu deseo
de buscar tus raíces en la Europa
de tus antepasados.
Ya no podrás dejar por unos días
tu Argentina natal
por visitar tu Roma,
conocer Barcelona… Y yo lo siento,
pues tendré que morirme yo también
para darte el abrazo
sentido y fraternal que para ti
tenía reservado.

Me siento un tanto huérfano:
descansa en paz, mujer, querida amiga.

Félix

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