Desde arriba
me miras y sonríes con un peine en la
mano
Primero fue
ternura,
regazo, abrazo
tibio, protección,
la razón
todavía no contaba;
yo decía “mamá”
y era mi Dios,
era mi amor, mi
Virgen y mi Ángel.
De la mano un
buen día me llevó
a la escuela
del pueblo, yo lloraba;
y al caer el
primer diente de leche,
la descubrí
sencilla,
entregada a sus
hijos y a su esposo.
Después, con mi
bigote florecido
no vi mujer más
bella.
Pero éste era
el retrato de mi madre
sólo físico, el
otro el de su alma
era de una
belleza irresistible.
Ahora que no
está; que yo, celoso,
su nombre sólo
gurdo para mí,
cuanto tengo
daría
porque una vez
siquiera, una vez más
me peinara a la
raya como entonces.
Félix
Imagen: https://www.google.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario