lunes, 17 de abril de 2017

La voz

Una voz yo descubrí;
sonaba menos, más baja
que el trino de un colibrí.
Era tan tenue la voz
que al oído molestaba
como del piojo una coz.
La voz, que exigía amor
volaba por el desierto
como el ruido de un azor.
Sonaba sin voluntad,
sin convicción ni alegría,
sin justicia y caridad,
porque más bien parecía
tan boba y convencional
como la noche y el día.
Riqueza y hogar pedía
para pobres olvidados
mas hechos nunca exigía.
Tenía menos pregón
que dicción una polilla,
que luces un camaleón.
Érase una voz sin dueño,
se escuchaba por los aires,
voz sin calor, sin empeño.
Era voz de la opulencia,
de ricos y poderosos,
para lavar la conciencia.
Una voz de fantasía,
de total hipocresía;
voz sin voz de garantía.
No despertaba temores,
pero inundaba la tierra
de tópicos soñadores.
Rayaba con la utopía,
vivía con la desidia,
se dormía en la agonía.
Lo que siempre sucedió
con la voz en cantinela
es el latazo que dio,
pues sonaba en el congreso,
en el senado, en la plaza,
en las batidas de caza,
sonaba al libre y al preso.
Con el tiempo los rumores
de aquella voz de alma en pena
nunca trajeron amores.
Y sin haberlos vivido,
bien, justicia, paz y amor
murieron en el olvido.
Y la voz de cacahuete,
pálida como harinar,
 se disipó cual cohete.
¿Habrá otra voz que escuchar?


Víctor del Río.

Resultado de imagen de La voz
Imagen: https://www.google.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario