Nada es un siglo en el reloj del tiempo;
lento, fugaz, sutil al mismo tiempo,
como un tic tac de luz nacido y muerto.
Como cien pompas de jabón que al tiempo hicieran
y les faltara el tiempo en que vivieran.
Casi no hay tiempo de rotar la esfera;
un siglo viene u y otro se deshace
a tiempo de saetas justicieras.
Nada es el tiempo que tiempo marcara
a la hora de tiempo afortunada,
pues pronto apareció la desgraciada
duplicándole el tiempo a la primera.
Nada es un siglo; el tiempo es la quimera
de ver parado el tiempo a tiempo muerto,
y el dejarlo pasar fuera de tiempo para
que juegue el tiempo a lo que quiera.
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