lunes, 18 de noviembre de 2024

Diálogo de Don Quijote y Sancho

¡Que no, Sancho!

¡Que no son molinos!

¡Que no hay molinos de viento.

Que son muñones de monstruos asesinos!

 En la noche, la luna

es sollapa de plata;

de ella comen lo filibusteros…

¿No ves cómo caen las migajas de estrellas

desde el cielo a la mesa de Castilla, la ancha?

Déjala Sancho,

que no es oveja que rumia en los ribazos,

que no da leche,

que no da lana.

¿No ves que es un disfraz de permanente

con el que se ha presentado una burraca?

¡Mire allí, mi señor!

Pellejones de vino amontonados

uno tras otro ¡prestos a bebérnoslos vayamos!

Déjate de pellejos, mi escudero,

que son manchones de sangre

en las tripas hinchadas de unas lomas,

y el fulgor que asoma por detrás del cerro

no es el sol, mi escudero,

son destellos del rostro de mi amada.

A yantar, mi señor, que ya es hora.

Jalaremos luceros, mi escudero,

que son buenos para encender el alma

aunque no quiten telarañas de intestino.

Y en mirando los mares de espigas

por los campos, que el viento menea,

encontrando a mi amor Dulcinea

 me hartaré con sus mieles en la Mancha,

¡Oh destino!

Víctor del Río

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