jueves, 13 de diciembre de 2018


Mis regalos de Navidad

Para:
Abril: un estuche mágico, que guarda un libro encuadernado en oro, con mil páginas en blanco para que en ellas escribas hermosos poemas, diciéndole a “él” cuanto le amas.

Alejandro Guardiola: Una cartera de piel con tus iniciales gravadas en oro, por si no volvió ella con la que una tarde te robó. Un paraguas nuevo de mujer para que lo regales a quien se le estropeó el suyo por la lluvia. Y una cesta de alimentos para que la lleves a la familia de quien está entre rejas por robar un pan.

Alicia: un pan dulce con una copita de licor, para comerlo en compañía de quien amas, recordando la primavera en que se encendió la llama, que nunca dejaréis apagar.

Alma Yolanda: Una caja de música con tu canción preferida, para que al escucharla junto a “él”, muchos “suspiros largos” florezcan en vuestros corazones, mientras lanzas a lo alto un agradecimiento sin palabras.

Amayte: un rayo de luna nuevo y por estrenar donde construyas a tu gusto una cabaña para la paz y para el amor. Y, para comerlo con tus dos princesas (la reina eres tú), después de la cena de Nochebuena, un Brazo de Reina chileno, acompañado de un suave licor de café.

Andrea Sofía: un sofá “tú y yo” para conversar con “tu poema”;  dos copitas de rompopo, por si acaso, para acompañar a la torrijas; un suspiro hondo, pero sólo uno; y una voz timbrada para cantar a la vida.

Blanca Luz: Un “vacilonómetro” de mano para que sepas la verdad cuando te roza los labios y sientes que su cuerpo vibra; la más rápida de las brisas mañaneras y un viaje real a aquel lugarcito escondido en la montaña.

Caroll Patricia: una rica torta negra para compartir con aquellos a quienes amas y mi deseo de que encuentres en tu breve espacio ese “silencio” especial, que siempre te acompañe.

Eledendo: una gota de luz ardiendo para curar heridas; una llama del perdón; un nuevo encuentro como “el del otro día”; una nueva alba de purísimos contornos y, para equilibrar con algo material, un  Semifrío de turrón y chocolate, mientras le preguntas: “dímelo ahora, amor, dímelo…”

Eric: Para que celebréis la Navidad en el Colegio Canicouva de Vigo, un surtido gigante de: Tartas de Santiago, Bolas Lapeira, Filloas, Bicas, Quesadas gallegas, Cañas de Carballiño, Empanadas de manzana, Melindres, Xuxos, Galletas de nata y Roscones de Yema. Y para Dinoseto, Dinonino y DinoMilka un quintal de gominolas.

Esplendor: un rico surtido de buñuelos y de hojuelas, como postre en tu familiar cena navideña, y mi deseo de un sinfín de “noches revestidas de misterio y alegría.”

Estrella Aveleyra: un viento mecedor de contornos dibujados y un mar que los refleje; unas alas que no han volado; un silencio hermoso son su nombre encuentre el eco y un dulce amanecer en el que se besen el cielo y el mar.

Federico Mendo: Un buen número de tardes volviendo con sinfonías nuevas; otro verano de horas acariciadoras y un nuevo romance bajo la lluvia como aquel lejano.

Germán: una botellita de “Cola de mono” para que estos días brindes por la vida y por el amor. Y un ensalmo para que esa musa especial que está enamorada de ti, no te abandone nunca.

Harol: una joya en oro: dos corazones engarzados con la inscripción “eternamente”. Y un trabajo para ti, fácil y bien remunerado, en las mismas horas que “ella” trabaja, para que podáis organizar lo de “la noche y el día”.

Ingrid: Un rico panetón acompañado de un chocolatito caliente para que lo comas en compañía de tu marido tus cinco hijos y tus tres preciosos nietos. Una felicitación especial para esa musa que te asiste desde tus once años. Y una mansedumbre con aroma a manzanas.
Itzamaray: Como quizá vayáis a cenar en familia el 24, un rico guajalote relleno como plato principal, acéptame un coctel de Nochebuena mexicano, y un disco de Mnazanero, para oírle cantar, mientras brindamos por tus “sublimes momentos”.

Janeth: un “bienmesabe venezolano” para después de vuestra cena familiar en Nochebuena. Un pentagrama de oro para llamar la atención de la persona amada. Y una corona de laurel con la que tu querida musa te corone como poetisa.

José Luis: unos polvorones de Fondón y unos roscos de vino para celebrar la fiesta. Guarda tres roscos para Sus Majestades en la noche de Reyes. Ellos, se detendrán un momento en su camino, para obsequiarte un año nuevo rebosante de salud.

Luis Roberto: un vestido-disfraz de Papá Noël y un trineo volador de renos navideños, para llevar regalos a todos los niños hispanos que ofrecen artesanía musitando: “cómpreme usted algo”. Te hará feliz, lo sé.

Maei: una lluvia especial, para ti sola. Fina, fresca, pura e incontaminada, para que la recibas y disfrutes  en el campo con los pies desnudos y mirando al cielo. Y un Santa Klaus, a disposición de esas personillas que son tu vida.

Maggie: un pan de pascua para que lo comas con tus hijas y nietos, mientras pido al Viejito Pascuero para ti un billete de avión hasta tu Chilito. Una vez allí, una visita a Tocopilla para asistir al rito de la purificación y te quedes con lo mucho y bueno que te adorna.

Maty Maison: un endrino, un majuelo, un arlo y una zarzamora para que las plantes en tu querido bosque. Son especies de la dehesa de mi pueblo, aclimatadas a la altura y a la nieve de la sierra. Su floración es preciosa. Ya me contarás si agarran ahí. Pero yo creo que sí, si las visitas.

Nora Noemí: te hago llegar hasta Constanti un “Tortell de Reis”, unas “neules” y una botellita de mistela, propias de las fiestas navideñas, para que las comas como postres, en familia, después de haber hecho seguramente honor a tu querida Argentina con algún plato típico de allí.

Pedro Ángel: un vestido de faralaes para que lo regales a tu gitana, y una botellita de fino “Manzanilla” para que lo celebréis juntos, cantando “…pero mira cómo beben los peces en el río…”

Ramón: una guitarra para cantar en la noche, junto al mar y recordando al abuelo, un villancico, una rumba o quizá una habanera, mientras coméis en familia  un Roscón de Reyes y bebéis un cava.

Rotsita: un sol para los días oscuros y una estrella para las noches sin luna. Un hechizo para volverte golondrina por un rato. Y una ilusión para que no dejes de preguntarte nunca cuál es la verdad.

Sabra: Un fulgor luminoso que despierte todos los besos dormidos en la fragata de un amor de estrellas y sol naciente, mientras Garret arranca suspiros a su violín, en la noche de los silencios no secuestrados.


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