Calamitatis soy

(A mi tío Valero, con cariño)

Soy poeta ‘rara avis’

sin cartilla un plumilla.

No tengo campo

y mi arado

no sigue el curso trazado;

lo hago torcido, difuso,

sólo arañado y obtuso.

Voy perforando terrones,

Cuadriculando renglones

y abriendo con ‘silabones’

pensamientos deshilados.

Soy poeta de minuto,

más despistado que el luto

que llevaba doña Inés

al Conde de Lavapiés.

Cuando voy a ‘poetar’,

me entra apenado un rubor;

soy como aquel cazador

que se olvidó la escopeta

y que entró en una opereta

con caña de pescador

Víctor del Río.

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Con renglones torcidos

Con renglones torcidos

se hizo Tu Voluntad:

¡Sea!

Mas, si no permitiste florecer

la esperanza anhelada,

siempre reprocharé la innecesaria,

la angustiosa insistencia en el dolor

y el sufrimiento cruel,

que, herida, padeció calladamante.

 

¡No estás! Y sin embargo,

cada espacio está lleno de tu  ausencia.

Deambulo por todos los rincones

y te oigo y te veo,

y te toco y huelo tu perfume…

¡No estás! Pero todo lo llenas

y no hay sitio en la casa para mí.

 

Te cogí de la mano en la frontera

para el último adiós.

Con amor infinito te marchabas

reflejado en los ojos, y en los labios

la sonrisa tan dulce…

De la parte de acá yo me quedé

de dolor transpasado…

Mas, fue tan entrañable aquel momento,

macerado de amor, llanto y angustia,

tan verdadero y tan consolador

que dejó el corazón pacificado.

Félix

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Vestida de negro

Iba de negro vestida

falda corta, amplia sonrisa

i entre copas de cava

en mi fijaste la vista.

Una noche de verano

juntos por la ciudad

caminamos sin parar.

Ya casi de madrugada

ofreciste estar conmigo

i no volver a Granada.

No di valor a palabras

que creía pasajeras.

Dos besos en la mejilla

eso es lo que me queda.

Marvola

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Y volvió la marea cual tsunami

…y volvió la marea cual tsunami

dejándome la playa

cubierta de cristales y de conchas;

mi sirena dormía sobre el lecho

de arena dulcemente…

y me fue arrebatada en torbellino;

el cormorán gritaba sus responsos

y la voraz gaviota la seguía…

En la orilla quedé muy desolado,

tratando de no herirme.

superando el escombro de la muerte.

Félix

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El beso de tus cartas

No te lo he dicho nunca
sin embargo, muy discretamente
tu beso me lo guardo, aquí en el alma.
Solo por si algún día,
me llagara a hacer falta.

No te lo he dicho, no sospechas
que tus letras motivan mi alegría
que cuando no estoy, o no estás
el mar es más ancho de lo que aparenta
y entonces, creo envidiar a las gaviotas.

Melancolía

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